sábado, 3 de diciembre de 2016

El poder de una madre

TORONTO.- Las calles de Toronto la recibieron con los brazos abiertos. La policía in­cluso cerró el acceso de au­tos al Teatro Princess of Wales para evitar problemas con su llegada, durante el estreno mundial de la película Lion en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Ella ni si­quiera es la protagonista. Pero el rol de la madre adoptiva de un huérfano de otra raza tiene mucho que ver con la realidad de Nicole Kidman, que tam­bién había adoptado con Tom Cruise a sus dos hijos mayo­res, Isabella y Connor (mucho antes de tener a sus hijos bio­lógicos, Sunday y Faith, con Keith Urban.)

¿Qué tan importantes son los festivales de cine para los actores, en un mundo donde no existen las películas de superhéroes?

Yo creo que los festivales de cine hoy son mucho más im­portantes porque es muy di­fícil para las películas inde­pendientes, ser descubier­tas. Los actores necesitamos toda la ayuda que podamos con las películas de bajo pre­supuesto que obviamente no están detrás de los más gran­des estudios de cine o no son producciones con superhé­roes. Y me siento afortuna­da de poder estrenar mun­dialmente una película en un festival internacional de cine. Por eso yo también trato de participar cuando es posible.

¿Cuántas películas de bajo presupuesto también rechazó en su carrera? ¿Alguna vez se cuestionó qué hubiera pasado si hubiese aceptado alguna de las tantas producciones... que rechazó?

Son cosas que pasan y cla­ro que a veces pienso qué hu­biera sido de mi vida si hu­biese actuado en aquel per­sonaje de cine que no acepté ¿Qué hubiera pasado si hu­biese hecho esa película? Pe­ro yo también pienso que los roles son los que me eligen a mí. En el camino perdemos algunos y conseguimos otros. Es el viaje de la vida. El des­tino nos lleva a hacer cier­tas cosas que se supone que teníamos que hacer. Si algo tiene que pasar, pasa. Si al­go parece tener demasiados puntos en contra, suelo ale­jarme. Y es algo que siempre me pasó en una vida de mu­chísimos roles. Supongo que es parte del crecimiento, en­tender lo que pasa cuando al­go tiene que pasar. Los roles son los que llegan hasta mí, algunos no y así funciona to­do. Hay que disfrutar el pro­ceso, ser feliz y mantenerlo todo lo más simple posible.

Conocida como una de las actrices australianas más importantes, Nicole Mary Kidman nació en realidad en Honolulu, Hawái, el 20 de ju­nio de 1967, en la época en que los padres estaban es­tudiando. La madre Janelle Glenny es instructora de en­fermería y como el padre An­tony Kidman es bioquímico y sicólogo, volvieron a mudar­se a Washington por una in­vestigación especial sobre el cáncer de mama. Tres años después, volvieron a Austra­lia, donde Nicole se enamoró del ballet y el teatro, subiendo como actriz al escenario del Phillip Street Theater durante los veranos de su adolescen­cia. Y fue en una de esas fun­ciones que recibió una carta del público, firmada por Jane Campion, insistiendo en que tomara la actuación como profesión. En cierta forma la influenció a dejar la escuela secundaria para dedicarse por completo a su ca­rrera como actriz. Y con 16 años debu­tó en el cine con la película australia­na Bush Christmas. Para cuando prota­gonizó con Sam Neill el thri­ller Dead Calm, Nicole tuvo la suerte de captar la atención de otro famoso en el público, porque después de verla en esa película, Tom Cruise pidió que la llamaran especialmen­te para trabajar con él, en la película Días de trueno... para darle la mejor bienvenida a Hollywood.

¿Cómo recuerda aquel día en que se subió a un avión y al mirar por la ventana se dio cuenta que estaba cambiando para siempre su futuro, mudándose de Australia a Hollywood?

No fue tan así (risas). Pa­sé mucho tiempo con un pie aquí y otro afuera, volviendo a casa, regresando otra vez. Y esa es probablemente mi vi­da. Yo me siento muy inter­nacional. Siento que soy par­te del mundo entero y es por eso que también busco direc­tores y también historias con gente de todo el mundo. Ten­go suerte de formar parte de una generación donde tam­bién es posible, porque los actores de unas generaciones anteriores no tenían nada pa­recido. Soy una actriz austra­liana que trabaja a nivel glo­bal, mimetizándome en di­ferentes nacionalidades, en diferentes lugares, con gen­te diferente. Es algo glorio­so y me ha dado una vida ex­traordinaria. He recorrido ca­si todo el mundo, por eso. Y ahora que tengo hijos, puedo mostrarles el mundo a ellos de la misma forma. Bendi­ta mi vida. Pero no la viví en un avión mirando por la ventana ate­rrizando en Ho­llywood, no.

¿Hollywood sigue siendo igual que hace 25 años?

Ni siquiera estoy segura lo que es Hollywood hoy, porque ya no creo que exista Hollywood. Estamos todos desparrama­dos por el mundo y hacemos películas en todo el mundo. Hollywood pertenece a otra era que no existe. En cierta forma es triste, pero al mismo tiempo te diría que el mun­do entero es Hollywood hoy, porque podemos filmar his­torias de todos lados, en to­dos lados. Y eso, es extraor­dinario.

¿Es por eso que ahora también produce cine, además de actuar?

Como mujer quiero tener la posibilidad de trabajar con escritores y directores, ofre­ciéndoles diferentes oportu­nidades. Tengo la fortuna de conocer gente que está deci­dida a invertir y el hecho de tener tantos lugares distin­tos para expresarme es al­go maravilloso. Haber hecho una película como Big Litt­le Líes, que produje hace po­co con Reese Witherspoon, es un buen ejemplo de la ex­periencia fantástica detrás de cinco mujeres protagonistas de todas las edades con his­torias realmente extraordi­narias que duran siete horas. Es maravilloso, pero produ­cir también es mucho traba­jo. Por eso no lo hago tan se­guido.

El amor de la ficción con Tom Cruise en aquella primera película de Hollywood Días de trueno también se reflejó en la realidad, con la famosa boda del 24 de diciembre de 1990 que después los llevó a adoptar los dos hijos Isabe­lla y Connor. Para cuando se divorciaron en 2001, Nicole Kidman ya tenía fama propia, recibiendo incluso ese mismo año la primera nominación al Oscar por la película Moulin Rouge!, para ganarlo al año si­guiente con la asombrosa per­sonificación de Viriginia Wolf en la película Las horas. En el camino, se habló (y se des­mintió) un romance con Jude Law. Por un tiempo, estuvo de novia con Lenny Kravitz y Robbie Williams también confirmó un corto roman­ce, hasta que Nicole cono­ció en una fiesta australiana al cantante de música coun­try Keith Urban, en enero de 2005. Con él se casó el 25 de junio de 2006 y juntos tuvie­ron dos hijas, Sunday y Faith, hermanas de los dos prime­ros hijos adoptivos que Nico­le tuvo con Tom Cruise. Y con una historia muy parecida, en cine también interpreta a una mujer australiana que adopta un hijo, en la película Lion.

¿Es pura casualidad que se parezca tanto a la verdadera madre adoptiva que vivió la historia que le toca representar en la película Lion?

Yo había leído el guión y el director, Garth Davis, incluso me dijo que yo me parecía fí­sicamente a la verdadera ma­dre adoptiva, Sue, cuando yo usaba el pelo enrulado, a los 14 años. Y en ese momento le dije que sería un absoluto ho­nor representarla en la pelí­cula, porque amo sus ideales. Es una persona hermosa que ama a los hijos. Esa familia es realmente extraordinaria.

¿Pero hasta qué punto se mezcla la realidad con la ficción, teniendo en cuenta que tanto en la vida real, como en esta película, usted también es madre adoptiva de dos hijos?

Por supuesto es algo con lo que reaccioné emocional­mente, al ser madre de hijos adoptivos. Pero yo creo que la película pasa por el poder que tienen todas las madres, sin importar la forma, ya sean madres biológicas o adopti­vas. Como le dije al verdade­ro (hijo adoptivo) Saroo, tie­ne la suerte de tener dos ma­dres. Y cuando se tiene tanto amor, cualquier persona flo­rece. Para mí, obviamente fue una filmación muy emo­cionante. Me encanta cuan­do en una escena de la pelí­cula, Dev Patel me pregunta si yo no podía tener hijos pro­pios y ella le dice: “No, yo po­dría tener hijos propios, pe­ro te quería a ti”. Es una fra­se muy poderosa, impresiona verlos y es lo que sintió Sue. Esa era su visión.

¿Llegó a tener esa misma discusión con sus propios hijos?

(Se pone seria) No, no es al­go que quiera discutir en una entrevista.

¿Y detrás del verdadero ejemplo de la adopción en la vida real, qué opina de la polémica detrás de las dificultades en muchos países para adoptar o lugares como Latinoamérica donde ciertos países cuestionan la adopción de hijos si las parejas son homosexuales?

Para mí lo más importante es que un niño se sienta amado y pueda crecer en una fami­lia con amor, sin importar có­mo es que se unió la familia. No importa las preferencias (sexuales) o el color de la piel que tengan los padres. Ob­viamente es necesario que el niño tenga el más puro y her­moso amor. Es lo que la ver­dadera Sue (del cine) pudo ofrecerle a sus hijos. Y es pro­bablemente lo que más me identifica, porque ella tie­ne un amor incondicional por sus hijos.

Con el actor Dev Patel muy di­ferente al que conocimos con Quisiera ser millonario, Lion lleva el significado del nom­bre de un joven que después de haberse perdido en la In­dia, a los cinco años, no baja los brazos por tratar de en­contrar a su familia verdade­ra, aunque haya sido criado con todo el amor de la madre adoptiva que interpreta Nicole Kidman.

¿Cómo fue aquel encuentro personal que tuvo con la verdadera madre del personaje que está inspirado la película Lion?

Cuando me ofrecieron ha­cer la película pregunté si ella estaba dispuesta a conocer­me. Y ella no dudó un segun­do. Incluso voló desde Sid­ney y pasamos un día jun­tas, hablando. Es una persona muy, pero muy gentil, y estu­vo muy involucrada en la fil­mación, así que pudimos co­nocernos muy bien. Nos hablamos todo el tiem­po por email con ella y su fa­milia. Y espero que a medi­da que empiecen a promover la película, la gente también pueda conocerla y a su fa­milia real, porque son gente muy especial.

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